El cuerpo es el refugio más seguro que tenemos. A veces, en nuestra casa de carne y hueso, pueden gestarse anomalías o invasiones de seres indeseables: aves que anidan en la mirada; sirenas que se alimentan del olvido o quimeras que se aprovechan de la soledad. Los cuentos de Un pájaro en el ojo presentan a protagonistas en cuyo cuerpo se manifiestan alteraciones, a veces fortuitas, a veces sórdidas. Personas infestadas por insectos, hongos o musgo que, como plagas, irrumpen en la cotidianidad de nuestro espacio seguro. Estas historias manifiestan el poder que la naturaleza reclama sobre nosotros, y nosotros sobre ella.
El cuerpo es el refugio más seguro que tenemos. A veces, en nuestra casa de carne y hueso, pueden gestarse anomalías o invasiones de seres indeseables: aves que anidan en la mirada; sirenas que se alimentan del olvido o quimeras que se aprovechan de la soledad. Los cuentos de Un pájaro en el ojo presentan a protagonistas en cuyo cuerpo se manifiestan alteraciones, a veces fortuitas, a veces sórdidas. Personas infestadas por insectos, hongos o musgo que, como plagas, irrumpen en la cotidianidad de nuestro espacio seguro. Estas historias manifiestan el poder que la naturaleza reclama sobre nosotros, y nosotros sobre ella.