-Querías hablar conmigo-dije ásperamente-. Habla. La sombra de una sonrisa jugó en las comisuras de sus labios. -Negocios. Uno que nos beneficiaría a ambos. -Espetó en voz baja. -Vamos adentro. - ¿Cómo se supone que hablemos adentro? En caso de que no lo sepas, los cines no son para charlar. -No molestaremos a nadie, confía en mí-replicó, con una sonrisita traviesa en los labios. - ¿Qué se supone que significa eso? ¿Piensas que vamos a...ahí? -Bueno...-me miró con sus penetrantes ojos y su sonrisa se ensanchó-.Nunca se sabe, todo puede pasar. Y ahí estaba. La cosa más sexy que alguien pudo haberme dicho alguna vez. -Nunca dijiste nada de sexo. Dijiste que querías hablar. -Me quejé. -Así es. Aunque-se inclinó más cerca de mí, acariciando suavemente mi oreja con su nariz-no me importaría otro revolcón diplomático en las sábanas. Su voz profunda y ronca envió escalofríos por toda mi columna. -Especialmente al saber de lo que eres capaz-la calidez de su aliento contra mi oreja me hizo cosquillas en el cuello. Me estaba volviendo loca. -Entonces... -Esta es mi propuesta: Quiero que dejes trabajar en el bar y trabajes sólo para mí. - ¿Qué?-Lo miré atónita. -Quiero que seas mi puta personal. Me quedé observándolo, analizándolo. No podía ser posible. -Podemos llamarlo concubinato, si consideras el otro adjetivo muy ofensivo-clavó sus ojos pigmentados en mí y yo no supe qué responder. ¿Debería aceptar? ¿Podría aceptar?
››Conocerlo, fue el destino. Ser sólo para él, fue mi elección, pero enamorarme rebasó mi control.‹‹
-Querías hablar conmigo-dije ásperamente-. Habla. La sombra de una sonrisa jugó en las comisuras de sus labios. -Negocios. Uno que nos beneficiaría a ambos. -Espetó en voz baja. -Vamos adentro. - ¿Cómo se supone que hablemos adentro? En caso de que no lo sepas, los cines no son para charlar. -No molestaremos a nadie, confía en mí-replicó, con una sonrisita traviesa en los labios. - ¿Qué se supone que significa eso? ¿Piensas que vamos a...ahí? -Bueno...-me miró con sus penetrantes ojos y su sonrisa se ensanchó-.Nunca se sabe, todo puede pasar. Y ahí estaba. La cosa más sexy que alguien pudo haberme dicho alguna vez. -Nunca dijiste nada de sexo. Dijiste que querías hablar. -Me quejé. -Así es. Aunque-se inclinó más cerca de mí, acariciando suavemente mi oreja con su nariz-no me importaría otro revolcón diplomático en las sábanas. Su voz profunda y ronca envió escalofríos por toda mi columna. -Especialmente al saber de lo que eres capaz-la calidez de su aliento contra mi oreja me hizo cosquillas en el cuello. Me estaba volviendo loca. -Entonces... -Esta es mi propuesta: Quiero que dejes trabajar en el bar y trabajes sólo para mí. - ¿Qué?-Lo miré atónita. -Quiero que seas mi puta personal. Me quedé observándolo, analizándolo. No podía ser posible. -Podemos llamarlo concubinato, si consideras el otro adjetivo muy ofensivo-clavó sus ojos pigmentados en mí y yo no supe qué responder. ¿Debería aceptar? ¿Podría aceptar?
››Conocerlo, fue el destino. Ser sólo para él, fue mi elección, pero enamorarme rebasó mi control.‹‹