La recordación como proceso en eterno devenir, y que ocurre en todo lugar. Una ruma de huesos-palabras, testimonios de un movimiento que oscila entre la desaparición y aparición, entre todo y vacío, entre negro y blanco. En El hueso de la memoria, Verónica Zondek practica varias artes al mismo tiempo: el poema como construcción dramática de una vida que se multiplica, y la danza de una voz que se transforma en movimientos de brazos y piernas imaginarios, de extremidades como palabras que bosquejan un espacio de recuerdo. La memoria como la coreografía que no puede escribirse porque ella misma es registro. O como dice hacia el final del libro: NO PUEDES HERIR MI PIEL PORQUE TENGO NOMBRE / Y NO LO OLVIDO.
La recordación como proceso en eterno devenir, y que ocurre en todo lugar. Una ruma de huesos-palabras, testimonios de un movimiento que oscila entre la desaparición y aparición, entre todo y vacío, entre negro y blanco. En El hueso de la memoria, Verónica Zondek practica varias artes al mismo tiempo: el poema como construcción dramática de una vida que se multiplica, y la danza de una voz que se transforma en movimientos de brazos y piernas imaginarios, de extremidades como palabras que bosquejan un espacio de recuerdo. La memoria como la coreografía que no puede escribirse porque ella misma es registro. O como dice hacia el final del libro: NO PUEDES HERIR MI PIEL PORQUE TENGO NOMBRE / Y NO LO OLVIDO.