¿Cómo es vivir con un padecimiento desde la infancia? Atravesar todas las etapas de tu vida sabiendo que tu mente y tu cuerpo sufren por algo que no podés controlar. En parte porque desconocés de qué se trata, pero también porque te atemoriza ponerle un nombre, categorizarlo, darle entidad. Violeta Ludier hace un recorrido por distintas etapas de su vida, anexando memorias, entradas de su diario, reflexiones íntimas y vivencias de su vida adulta, para relatar su experiencia a través de la ansiedad, incluso cuando no era consciente de qué era aquello que la acechaba constantemente. Desentraña los tabúes y las creencias que sostienen quienes nunca han tenido que soportar algo de esta calaña, para contarles con palabras sinceras y viscerales cómo se siente que tu mente sea tu propio verdugo. Habla de la ansiedad. La describe, la destripa, la desafía, la padece y siente cómo va evolucionando con ella conforme pasan los años. La ansiedad no le suelta la mano, pero una y otra vez ella vuelve al ruedo, limpiándose la suciedad de las rodillas y poniéndose curitas en los codos por los tropezones del camino.
¿Cómo es vivir con un padecimiento desde la infancia? Atravesar todas las etapas de tu vida sabiendo que tu mente y tu cuerpo sufren por algo que no podés controlar. En parte porque desconocés de qué se trata, pero también porque te atemoriza ponerle un nombre, categorizarlo, darle entidad. Violeta Ludier hace un recorrido por distintas etapas de su vida, anexando memorias, entradas de su diario, reflexiones íntimas y vivencias de su vida adulta, para relatar su experiencia a través de la ansiedad, incluso cuando no era consciente de qué era aquello que la acechaba constantemente. Desentraña los tabúes y las creencias que sostienen quienes nunca han tenido que soportar algo de esta calaña, para contarles con palabras sinceras y viscerales cómo se siente que tu mente sea tu propio verdugo. Habla de la ansiedad. La describe, la destripa, la desafía, la padece y siente cómo va evolucionando con ella conforme pasan los años. La ansiedad no le suelta la mano, pero una y otra vez ella vuelve al ruedo, limpiándose la suciedad de las rodillas y poniéndose curitas en los codos por los tropezones del camino.