Soy consciente de que tanto para hombres como para mujeres, los pechos son un objeto sexual. Pero no para mí. Para mí representan la infancia que nunca tuve, la maternidad, la leche... Me he construido estos pechos para protegerme de la vida y de la gente. Me ayudan a vivir. Y no me arrepiento. Porque la vida es un lugar donde vivir es muy difícil.
Según palabras de su propia madre, Ève tenía un físico desproporcionado, la cabeza demasiado grande. Se transformó quirúrgicamente hasta convertirse en Lolo Ferrari. Su marido ejecutó sobre ella todas las transformaciones que no se atrevía a realizar sobre sí mismo. Por fin Ève está proporcionada y feliz, dijo entonces su madre.
Lolo es una historia inspirada por dos personas reales, Ève Valois y Éric Vigne, matrimonio excepcional compuesto por dos trasuntos pop de Joseph Merrick. La película se introducía impúdicamente en su villa de Grasse, hacía del espectador un testigo invisible de su intimidad, obligándolo a contemplar a dos cuerpos tan extremos que convertían irremediablemente cualquier estampa doméstica en una imagen hipnótica. El guion se escribió con el propósito de realizar la película, por lo que no tenía necesidad de describir a los personajes, sencillamente obviaba su aspecto. La experiencia de leer un texto que omite las imágenes que le dan sentido resulta en un juego absorbente que merodea alrededor de dos elefantes dentro de la habitación a la vez que nos cuenta esta historia fascinante sobre madres, hijas, marides, el tránsito y el misterio que se agazapa en el interior de las casas y de los cuerpos.
Soy consciente de que tanto para hombres como para mujeres, los pechos son un objeto sexual. Pero no para mí. Para mí representan la infancia que nunca tuve, la maternidad, la leche... Me he construido estos pechos para protegerme de la vida y de la gente. Me ayudan a vivir. Y no me arrepiento. Porque la vida es un lugar donde vivir es muy difícil.
Según palabras de su propia madre, Ève tenía un físico desproporcionado, la cabeza demasiado grande. Se transformó quirúrgicamente hasta convertirse en Lolo Ferrari. Su marido ejecutó sobre ella todas las transformaciones que no se atrevía a realizar sobre sí mismo. Por fin Ève está proporcionada y feliz, dijo entonces su madre.
Lolo es una historia inspirada por dos personas reales, Ève Valois y Éric Vigne, matrimonio excepcional compuesto por dos trasuntos pop de Joseph Merrick. La película se introducía impúdicamente en su villa de Grasse, hacía del espectador un testigo invisible de su intimidad, obligándolo a contemplar a dos cuerpos tan extremos que convertían irremediablemente cualquier estampa doméstica en una imagen hipnótica. El guion se escribió con el propósito de realizar la película, por lo que no tenía necesidad de describir a los personajes, sencillamente obviaba su aspecto. La experiencia de leer un texto que omite las imágenes que le dan sentido resulta en un juego absorbente que merodea alrededor de dos elefantes dentro de la habitación a la vez que nos cuenta esta historia fascinante sobre madres, hijas, marides, el tránsito y el misterio que se agazapa en el interior de las casas y de los cuerpos.